¿QUE HAcemos?
MISIÓN
Erradicar la extrema pobreza a través de la nutrición, la estimulación, la educación, el trabajo y la disciplina, mediante la construcción de oasis de esperanza, abordando todas las etapas de la vida de cada ser humano que la padece y convocándolo a hacer juntos Akamasoa Argentina.
VISIÓN
Soñamos y creemos en un país con ciudadanos libres, que, prescindiendo del asistencialismo, opten por un camino que los haga felices mediante la dignidad del trabajo y el estudio. A los pobres hay que escucharlos, respetarlos y hay que trabajar a la par de ellos para que se pongan de pie. Insistentemente, todos los días, buscando juntos nutrirse de dignidad. El desafío es permanente, por lo que debemos abrazar la miseria en conjunto y luego, con esfuerzos compartidos, podemos lograr que salgan de la marginalidad que tanto duele.
¿Cómo lo haremos?
Siendo capaces de cuidar a los más desfavorecidos para ayudarlos a convertirse en individuos sanos y productivos, a los que se les permitió expresar todo su potencial en sus primeros 1000 días y en simultáneo, sin asistencialismo se le ayudó a sus familias y a ellos a adquirir estudios, conocimientos y herramientas para poder afrontar las exigencias del mercado laboral o para ser emprendedores en el contexto y la escala que les toque, modificando en conjunto, con esfuerzos compartidos, su entorno hostil (viviendas y falta de acceso a servicios básicos), formándose en una sociedad que los aliente a educarse y a trabajar según el dinámico panorama del siglo XXI, en pos de que el crecimiento personal sea la guía de ruta a seguir con el objetivo de vencer al subdesarrollo.
FUNDAMENTO
Para nosotros el país no es una herencia de nuestros padres sino por el contrario, un préstamo que le entregaremos a nuestros hijos. Invitamos entonces a comprometerse para cambiar la realidad que nos duele, sin distinción de ideologías y credos religiosos.
La pobreza es una realidad contundente. Su magnitud se puede contabilizar en cifras asombrosas y vergonzosas: tenemos 4800 villas en el territorio nacional. Tan obsceno es aquello, que si uno las juntase a todas, su superficie sería mayor que la de Capital Federal.
A su vez, la Provincia de Buenos Aires es la que tiene mayor cantidad: 1612. Allí incluso se concentran el 38% de los menores de 5 años pobres.
FUNDAMENTO
Para nosotros el país no es una herencia de nuestros padres sino por el contrario, un préstamo que le entregaremos a nuestros hijos. Invitamos entonces a comprometerse para cambiar la realidad que nos duele, sin distinción de ideologías y credos religiosos.
La pobreza es una realidad contundente. Su magnitud se puede contabilizar en cifras asombrosas y vergonzosas: tenemos 4800 villas en el territorio nacional. Tan obsceno es aquello, que si uno las juntase a todas, su superficie sería mayor que la de Capital Federal.
A su vez, la Provincia de Buenos Aires es la que tiene mayor cantidad: 1612. Allí incluso se concentran el 38% de los menores de 5 años pobres.
Para nosotros el país no es una herencia de nuestros padres sino por el contrario, un préstamo que le entregaremos a nuestros hijos. Invitamos entonces a comprometerse para cambiar la realidad que nos duele, sin distinción de ideologías y credos religiosos.
La pobreza es una realidad contundente. Su magnitud se puede contabilizar en cifras asombrosas y vergonzosas: tenemos 4800 villas en el territorio nacional. Tan obsceno es aquello, que si uno las juntase a todas, su superficie sería mayor que la de Capital Federal.
A su vez, la Provincia de Buenos Aires es la que tiene mayor cantidad: 1612. Allí incluso se concentran el 38% de los menores de 5 años pobres.
En la Argentina, el 50% de la población es pobre y el 7,5% indigente. No alcanza tampoco con saber que el 63,4% de los menores de 17 años viven en condiciones de miseria y marginalidad. Debemos reaccionar, no podemos vivir en un estado de pasividad desesperante.
Cuando un niño no se alimenta, estimula y educa, estamos generando una hipoteca que ya no será posible de saldar en el futuro. El cerebro no acepta deudas atrasadas. Una primera infancia sumida en contextos de extrema vulnerabilidad, puede dejar secuelas irreversibles. O peor aún, la muerte temprana por desnutrición infantil, en el supuesto granero del mundo, ya se ha llevado la vida de 134.825 personas desde 1946 a la fecha. ¿Cuántos más tienen que morir?
Quedarnos sin capital humano, cuando estamos inmersos en la cuarta revolución industrial y en la sociedad del conocimiento, derrumbaría nuestra querida y a veces incomprensible nación. En el 2035 se acaba el mejor bono demográfico que tuvimos en la historia y la oportunidad desaprovechada nos afectará en todos los ámbitos. Trabajar para revertir la tendencia, no es una opción, es hasta una obligación ciudadana.
Poner en jaque al subdesarrollo, significa entender que no hay inversión más rentable que la que se hace en individuos para que puedan tener una vida digna y plena, donde su óptima salud y educación, le permitan ser seres humanos libres de elegir su camino.
La evidencia empírica ha demostrado que el 75% del crecimiento de un país se explica a través de la acumulación de recurso humano. Por eso, Gary Becker, Premio Nobel de Economía 1992, determinó que “muchos de los países de Latinoamérica han fallado, porque no han sido capaces de proveer suficientes oportunidades ni educación a los hijos de las familias más pobres».
Todos los problemas son por falta de educación.
Y si lo sabemos, ¿cómo se explican estos guarismos?
El 50% de los alumnos no termina la secundaria. De ellos, 4 de cada 10 alumnos son de los sectores pobres. El 47% de los padres de los alumnos comparten entre sí el mismo nivel educativo. Salimos 59 de 65 países evaluados en el índice PISA. 7 de cada 10 no pueden resolver un cálculo matemático complejo y 5 de cada 10 no pueden comprender un texto básico.
De cada 100 niños que ingresan a la escuela primaria estatal llegarán a concluir la universidad apenas 7, mientras que, en el caso de los niños que han cursado en escuelas primarias privadas, se graduaron en la universidad 33 de cada 100. Del 1.100.000 estudiantes universitarios matriculados en el 2014, 483 mil no llegaron siquiera a aprobar dos materias después de un año.
Tenemos 600 mil analfabetos y de los 23 millones que están en edad de trabajar (entre 18 y 65 años), 9 millones no terminaron el secundario y solamente el 17% concluyó la universidad. De hecho, 400.000 mil alumnos repiten por año. Tenemos 1.200.000 niños menores de 5 años pobres y el 70% de ellos no acceden a servicios de educación.
Analizando detenidamente lo anterior, podemos darnos cuenta que no hay ninguna probabilidad de recuperar la movilidad social de otras épocas donde la Argentina era un faro para el resto de la región, si seguimos haciendo lo mismo.
¿No nos inquieta conocer la cruda estadística que indica que cada 24 horas nacen 600 niños que vivirán en condición de pobreza? ¿De qué manera encontrarán un horizonte los que no han elegido nacer allí, si el déficit de vivienda alcanza a más de 3 millones de compatriotas? ¿De qué manera podrán los padres asumir su responsabilidad, si la población desocupada alcanza a 1.183.000 personas sin trabajo y mientras la subocupación afecta a 1.977.000 habitantes?
Lo que vemos no nos gusta por eso proponemos una causa en donde todos puedan aportar conocimientos y trabajo. Sabemos que transformar las actitudes de las personas que por generaciones han vivido abandonados, es complejo.
Hemos visto que el cambio es posible. Pedro Opeka, en el quinto país más pobre del mundo, lo ha logrado y ahora queremos hacerlo en Argentina.